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lunes, 30 de marzo de 2015

Hacer leña del árbol caído



Siempre es fácil cargar contra los que se comprometen y luego las cosas no salen como esperaban, es fácil atacar aquel que quiere enfrentarse mínimamente al sistema cuando todo se vuelve en contra, es fácil criticar cuando uno quiere dar un golpe en la mesa para reivindicarse y nada sucede como esperaba, es muy fácil hacer leña del árbol caído.

Puede que no hubiera claridad de ideas, que los toros elegidos no salieran como esperaban, que un toro que prometía se invalidara en la lidia, que no hubiera claridad ni mando con el capote, que las faenas no remontaran en ningún momento siempre de más a menos, que las estocadas nunca fueran en lo alto, que poco a poco el cansancio físico y el estado anímico tiraran por el suelo los sueños y las esperanzas de un torero y de más de 20.000 almas que abarrotaron Las Ventas con la ilusión de que al fin alguien quiere comprometerse de verdad con la Fiesta, pero para todo eso hay que bajar a la arena, jugársela y errar, porque el que no se compromete no gana.

Fandiño, quiso jugársela, al menos había que intentarlo, pero no ganó el envite y ahora pasara un calvario para poder remontar y aguantar las críticas y los infundios, pero al menos podrá estar tranquilo consigo mismo en que se había planteado un reto muy difícil, con toda la presión que representa poner a revienta caldera Las Ventas el día de inauguración de temporada, con todo lo que representa esa plaza que por algo es la más importante del mundo, con todas las connotaciones que eso conlleva.

Algunos dirán que se equivocó en la elección del ganado, que podía haber buscado más toreabilidad en sus oponentes, que algunos estaban fuera de tipo de la ganadería, faltos de fuerzas muchos, con poca casta y raza para venirse arriba, que les sobro nobleza y sosería y que les falto codicia y acometividad. Pero también es verdad que falto capacidad lidiadora para darle a cada animal la lidia que necesitaba y el sitio que fue perdiendo si alguna vez lo tuvo.
En algo que no se equivoco fue en la elección de los hombres de plata, que supieron arroparlo como solo ellos saben hacerlo, toreando. Sobresaliendo en una brega extraordinaria Javier Ambel.
Alfa y Omega

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